El poder de la información en los conflictos bélicos

Esta entrada es la primera de una serie de entradas relacionadas con la visita que realicé a Bletchley Park, el que fuera centro de la criptografía aliada durante la Segunda Guerra Mundial. La necesidad de conocer y tener acceso a los planes enemigos fueron el origen de la computación tal y como la conocemos hoy en día.

Esa necesidad constituyó el impulso necesario para invertir recursos y personal en un campo que no era básico o necesario a comienzos de siglo pero que ha acabado marcando una nueva era en la Historia de la Humanidad. De hecho muy pocos documentales o libros citan el trabajo de las miles de personas que pasaron por Bletchley Park y otros complejos similares en EEUU.

Sin estos centros de análisis y proceso de datos el conflicto se habría alargado en exceso ya que la Alemania Nazi podía haber mantenido un solo frente de combate durante años, a pesar de no disponer de los recursos de que tenía la URSS.

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No hay que olvidar, que además, a día de hoy, las agencias de información e incluso la guerra informática constituyen un punto muy importante en la estrategia de defensa y ataque de muchos países. Ataques a redes de ordenadores, virus informáticos, robo de datos a empresas o entidades públicas, etc..

Los orígenes

Ya desde la Edad Antigua, la existencia de espías, observadores o exploradores facilitaron muchas campañas militares. Tanto el disponer de información fresca sobre la situación del enemigo, como el poder comunicarla y analizarla de manera precisa, han sido elementos claves en los grandes Imperios.

El primer punto de este proceso, el de recoger información se ha mantenido a lo largo de la Historia. Una red de informadores en territorio enemigo ha sido y será, la manera más fiable de obtener información. Otro método que se ha venido utilizando hasta las guerras más modernas ha sido el de observadores o exploradores.

A día de hoy los satélites los han sustituido casi por completo.

Historia de la criptografía

Una vez conseguida la información hay que transmitirla de manera segura, de modo que si el informador es capturado por el enemigo, el enemigo no pueda reconocer el mensaje enviado. En este punto entra en juego la criptografía y su base matemática, que acabará derivando en el uso de ordenadores.

El primer sistema criptográfico del que se tiene conocimiento es la escítala griega, un sistema de transposición. Usada por los magistrados espartanos, era un sistema rudimentario en el cual el mensaje se escribía sobre una cinta de cuero o papiro enrollada en una vara, al desenrollarla se enviaba al destinatario que disponía de una vara similar donde volver a enrollar la cinta y por lo tanto disponer del mensaje original.

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Los sistemas de sustitución de letras fueron los siguientes en aparecer: bien con tablas que mostraban las correlaciones entre letras o mediante cálculos matemáticos, como el cifrado César. Durante esta época, la criptografía adquiere cierta importancia en las escrituras religiosas que podrían ofender a la cultura dominante o a las autoridades políticas, el cifrado Atbash hebreo es un claro ejemplo.

Durante la Edad Media se produce uno de los avances más importantes, el análisis de frecuencias que consiste en estudiar la repetición de ciertos caracteres en los mensajes utilizados por los sistemas de sustitución. Esta técnica permitió romper sistemas criptográficos hasta el siglo XX, cuando la introducción de sistemas mecánicos y electrónicos permitieron utilizar técnicas más complejas.

Los matemáticos árabes fueron los responsables del nacimiento del criptoanálisis con sus estudios sobre el mundo clásico. Sus conocimientos llegaron a Europa a través de Italia, en el Renacimiento y rápidamente fueron puestos en práctica por las repúblicas y ciudades estado italianas.

Todas las monarquías e imperios europeos han utilizado desde entonces el cifrado en sus mensajes, utilizando sistemas polialfabéticos.

Conclusión

Muchos conflictos y acciones bélicas han basado su éxito en la disposición de información clave sobre el enemigo y su transmisión segura. Disposición de tropas, suministros, aliados, llegada de refuerzos o capacidad operativa de la vanguardia enemiga son informaciones clave que pueden acabar decantando la victoria de un lado u otro.

Tampoco hay que olvidar otro punto a tener muy en cuenta, la contrainformación, una estrategia que se basa en generar información falsa y hacerla pasar por cierta, consiguiendo que llegue a los circuitos de información del enemigo.

Este tipo de información errónea es la que permitió el Desembarco de Normandía, haciendo creer a los alemanes que el ataque aliado tendría lugar en el paso de Calais, originando así un movimiento de tropas y despejando la zona elegida.