Vigésimo quinta crónica de este esperpento de país, veinticinco días después de la última. Ante el ridículo de la situación, hemos celebrado un año del comienzo del cambio de nuestras vidas.
Está claro que en unos años, ni nos acordaremos, seguramente, porque hayamos querido olvidar, pero este año 2020 estará ahí, siempre.
No voy a seguir criticando (¿para qué?) las tropelías de nuestros políticos y sistema frente a los ciudadanos. Sí que me gustaría escribir algo más relajado y humorístico, además es el día de Andalucía, donde reside la gracia y el arte de España.
Por ello, me gustaría crear un listado con aquellos individuos característicos que han surgido con esta pandemia. La flora y fauna del coronavirus.
Los palmeros
Sin lugar a dudas, fueron los primeros que se hicieron notar. A las 8 de cada tarde, salían al balcón, aplaudía, gritaban..
Era su manera de desfogarse al no poder salir de casa. La excusa era apoyar a los sanitarios y otros servicios públicos.
Y digo excusa, porque luego muchos de ellos intentaban saltarse las normas establecidas durante el confinamiento.
Los policías de balcón
Una minoría responsable de los palmeros evolucionó al extremo más salvaje: el policía de balcón.
Eran ciudadanos que no contentos con salir a aplaudir a las 8 de la tarde se pasaban el día, la noche o cuando fuera controlando los movimientos de otras personas.
De controlar se pasó al insulto y abucheo de aquellos que circulaban por las calles. En algunos casos se llegó al lanzamiento de objetos.
El problema es que los trabajadores esenciales, para ir a su puesto de trabajo no se han podido teletransportar y claro..
Cajeras, enfermeros, etc.. tenían que salir de casa con sus uniformes para evitar críticas. Vergonzoso.
Los tuiteros
Bueno, ya se sabe que Twitter es un caso aparte. Entre sus miles de usuarios hay de todo, desde bots hasta niños (y no tan niños) rata que no han salido de su cuarto en décadas.
Por supuesto, Twitter ha sido un ecosistema aparte, pero si por algo ha destacado ha sido por plasmar la división de nuestra sociedad.
Sin lugar a dudas, al tuitero, se le identifica como una persona progresista, inteligente, a la última, por encima del bien y por supuesto del mal.. el poseedor de la verdad absoluta.
Los tuits (más bien hilos) explicativos, divulgadores, etc.. han inundado los grupos de WhatsApp para difundir la verdad y el conocimiento.
A día de hoy parece que las historias de Instagram han tomado la delantera, pero habrá que estar atentos.
Los fachas
Las voces discordantes también tenemos un adjetivo, somos los fachas.
Durante este confinamiento, la palabra facha se ha generalizado para definir todo aquello que iba en contra del establishment.
Que a principios de marzo ya te confinabas y evitabas a la gente, facha.
Que te pones la mascarilla cuando hay mucha gente pero no cuando vas solo por la calle, facha.
Que criticas a los políticos por su inoperancia, facha (bueno, depende)
Que te la suda el tema de BLM, facha.
Que Trump te hacía gracia por lo loco que estaba y ves que Biden es más de lo mismo, facha.
Que no llevas mil etiquetas que demuestren que eres amigo de las minorías definidas y demás, facha.
No hay que olvidar, que aunque la palabra, tiene una aceptación proveniente del fascismo, también está relacionada con la forma de vestir.
Con lo cual, también se podría entender como una forma de discriminar a alguien por vestir diferente a los demás.
Los jóvenes
Cuánto han dado que hablar los jóvenes de este país (y de muchos otros) durante los confinamientos.
En sitios como Bélgica o Países Bajos los han dado ya por casos perdidos y permiten las reuniones masivas en parques.
El problema es mucho más profundo, pero no es este el sitio para comentarlo.
En todo caso, me gustaría recalcar que esos jóvenes no son los que, únicamente y una vez cerrados los bares, han estado en las esquinas bebiendo alcohol.
Han sido muchos, los parroquianos de bares de barrio que se han lanzado a las puertas de las tiendas de alimentación a consumir alcohol en grupos de 4, 6 y los que hiciera falta.
Al final no han sido los tan jóvenes los más visibles, aunque sí los más ruidosos.
Los caballeros
Para hacer frente a los jóvenes, los caballeros han salido a patrullar las calles con especial dedicación..
Bueno, con la misma dedicación de siempre. Es decir, los agentes de la autoridad de este país han evitado los problemas, como han hecho siempre.
Un grupo de hombres mayores de 50 años bebiendo alcohol en plena calle a las 4 de la tarde.. no digo nada. Se ve que son desempleados, no hay nada que rascar.
Un tío que va haciendo deporte, sólo, con la bicicleta, pero se salta el cierre perimetral y traspasa el término municipal unos metros. Multa asegurada.
Unos niñatos que están fumando en grupos de más personas de las permitidas, sin mascarillas, durante horas.. Propuesta para sanción que les rompen en la cara, pero se van los caballeros con el rabo entre las piernas.
Una fiesta de niñatos adinerados en un chalet, todo organizado y saltándose las normas que es lo que mola. Multa para todos que tienen pasta.
Y así todas, como siempre ha sido, los caballeros, al pie del cañón.
Bueno, seguro que me dejo muchos personajes de estos confinamientos, pero es domingo, temprano, tampoco se puede esperar mucho a estas horas.
Si queréis enviarme sugerencias, hacerlo por Twitter (¿cómo no?) y otro día seguimos.