Cuando me enteré de la existencia de Brew Brothers no pude evitar ponerme a verla en Netflix. Una comedia centrada en la cerveza artesanal, sonaba muy bien.
Promete su sinopsis y descripción con una especie de Silicon Valley sobre el mundo cervecero, pero se queda en un intento.
De hecho, que la serie recurra al humor soez y simple, no aporta mucho a un mundillo que ya puede estar estigmatizado por lo que supone el consumo de alcohol.
Es una lástima porque sí que tiene momentos en los que la broma es mucho más elaborada, con el tema cervecero de fondo y con gracia.
Pero al final, muchas de las tramas de los episodios acaban recuperando, con cierto bochorno, el tono entre la broma erótica, lo soez e incluso, desagradable.
En todo caso, Brew Brothers trata sobre un par de hermanos que no se llevan nada bien y que dirigen una cervecería donde elaboran sus propias cervezas artesanales.
A los dos maestros cerveceros les acompañan la manager del local y un empleado que se encarga de los trabajos más duros. Supone también el cupo latino de la serie.
Sinceramente, me extrañaría mucho que hubiera una segunda temporada, porque sus ocho episodios me parecieron excesivos.
Brew Brothers está protagonizada por Alan Aisenberg y Mike Castle, el resto del casting es prácticamente desconocido.
Para ser honesto, hacia mucho tiempo que no me decepcionaba tanto con una serie.
Lo peor es que esperas que saquen algún tipo de gag medianamente decente hasta el final, pero no.
La serie Brew Brothers puede verse en Netflix.