Aunque ya había estado en Brighton con anterioridad, esta vez la visita fue para pasar el día. La ciudad queda a una hora escasa de Londres, así que no es mucho tiempo y con el tren llegas al mismo centro.
Lamentablemente, Brighton, que destaca por su playa y su pier, había preparado un día lluvioso, así que únicamente pude pasear por el centro de la ciudad y visitar el Royal Pavillion.
El centro de Brighton tiene su encanto, pues a las pequeñas y tradicionales tiendas o cafeterias se le suma un reguero de graffitti. Brighton es un importante centro cultural y turístico, como muestra el Brighton Festival que se celebra cada año y lleva a la ciudad artistas de todo el mundo en distintos campos escénicos: arte, música, danza, etc..
Todo el centro de la ciudad destila ese ambiente de modernidad, dejando la majestuosidad al recinto del Royal Pavillion. Este palacio tiene su origen en una granja donde el principe de Gales, Jorge IV se alojaba para evadirse de la corte en la capital.
Hasta mediado el siglo XIX, cuando la reina Victoria decide venderlo a la ciudad, la granja se convirtió, primero en una villa y posteriormente en el actual palacio. En su interior la decoración es espectacular, sobretodo las salas decoradas al estilo chino.
Durante la IGM se utilizó como hospital para las tropas provenientes de la India que luchaban por el Imperio Británico. Posteriormente se rehabilitó y gracias a la colaboración de los monarcas ha ido recuperando su aspecto original.
Espero poder volver a visitar la ciudad durante el buen tiempo (dudo que el verano llegue a Inglaterra en 3 días) y poder ver la playa y el pier, dos cosas por las que es popular Brighton.