El Castillo de Himeji es uno de los monumentos más espectaculares de Japón.
Como ya he comentado, en muchas ciudades japonesas existen reconstrucciones o réplicas de antiguos castillos.
Los de Nagoya, Osaka o Hiroshima son algunos ejemplos, pero únicamente hay 12 castillos originales en todo Japón.
Las guerras continuas, el cambio del sistema feudal al imperial y los desastres naturales se han cebado durante siglos con estas estructuras.
El Castillo de Himeji o garza blanca (Hakuro-jō o Shirasagi-jō, 白鷺城) es uno de los más conocidos, sobretodo entre los visitantes extranjeros.
Bueno, seguramente los españoles conocemos más el castillo de Takeshi, pero esa es otra historia totalmente diferente.
El Castillo Himeji se ubica en la zona norte de la ciudad de Himeji, construido sobre los montes Himeyama y Sagiyama.
A la ciudad de Himeji puede llegarse fácilmente en tren, tanto desde la cercana Kobe como desde Osaka o Hiroshima.
El origen del Castillo de Himeji se remonta a la Edad Media, cuando el clan Akamatsu erigió la primera fortaleza en la elevación.
Posteriormente, distintos señores feudales ocuparon las instalaciones hasta que fue constituido como un cuartel militar del ejercito imperial.
Milagrosamente, durante la IIGM sobrevivió a los bombardeos americanos.
El castillo está formado por su torre principal (天守 tenshu), que se compone de la torre mayor (大天守 daitenshu), la torre menor (小天守 shōtenshu) y sus ocho watariyagura (渡櫓)
Dada la minuciosidad de los japoneses, en el catálogo del monumento se cuentan 74 estructuras, 15 puertas, 32 murallas..
Se pueden encontrar más detalles sobre todos sus elementos tanto en Japonismo como en la Wikipedia.
Su torre principal es anterior al periodo Edo, por eso se considera uno de los castillos originales de Japón.
Además de disfrutar de prácticamente todo un día visitando el castillo de Himeji, recomiendo también aprovechar y degustar la gastronomía de la ciudad.
Mi recomendación son los udon del restaurante Memme, que se encuentra en la avenida que va de la estación al castillo.
Por lo demás, los jardines y parques de los alrededores del castillo de Himeji invitan a pasear y pasar el resto del día.
Una lástima que el día que lo visité estuviera lloviendo a ratos.