Empieza lo que será la rutina del Camino, a partir de las cuatro de la madrugada la gente que va andando empieza a levantarse: hacen ruidos y vamos, de todo, nosotros nos levantamos a las 6 después de una noche en una tienda embarrada y en literas de lona.
Nada más salir nos encontramos con un grupo de gente de Ontinyent y desayunamos con ellos en un pueblo justo antes de empezar a subir el primer puerto. Bajando este puerto a mi prima se le cae la gorra y su marido y ella se quedan atrás, no nos veremos hasta la cima del alto de Erro, la subida por esta parte ya se anunciaba menos dura que por el otro lado y el descenso sencillamente genial.
Llegamos a Pamplona a eso de la una y media y quedo con un conocido del IRC, comemos y decidimos echarnos la siesta en unos bancos y a las cuatro y media decidimos seguir ante las advertencias de mi amigo frente a lo que se nos avecina: el alto del Perdón. Pamplona como ciudad me ha gustado bastante y quitando Santiago será en la que más tiempo hayamos pasado al final de todo el viaje. Tiene amplios parques, callejuelas estrechas y un castillo enorme en todo el centro. Menuda subida más larga, una vez acaba Pamplona ya lo tienes ahí, la carretera se empina, con largas subidas, no muy pronunciadas pero el sol pega fuerte.
Finalmente llegamos arriba y hasta Puente la Reina todo es bajada, menos mal. Llegamos al primer albergue de Puente la Reina, nada más entrar al pueblo y está lleno. Seguimos hacia el segundo y también está lleno, al final nos mandan a uno que hay al cruzar el río y después de una pedazo de cuesta, en una nave agrícola, se encuentra el albergue de la casa de la joventud. Dormimos allí en literas, esta vez de verdad.
En Puente la Reina nos encontramos con gente que, a lo largo del Camino, serán nuestros compañeros de viaje, a saberse, tres chavales de Logroño, dos de Madrid y otros dos de Paiporta. La gente de Ontinyent con la que desayunamos, estaban en el segundo albergue del pueblo.
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