Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí sobre el canon digital, de hecho, cuando se canceló en 2011 no estaba ni en España. Pero como siempre, este país, no dejará de sorprenderme, su inadaptación a la cultura digital y la economía que ello conlleva da para escribir un libro (o una biblioteca entera)
El canon digital original (el que se adaptaba de la época de las cintas de casette) lo tumbó la Audiencia Nacional por considerarlo abusivo, ya que empresas y sobretodo, la administración pública, también se veían afectados.
En 2012 se empezó a compensar a las entidades de gestión de derechos a cargo de los presupuestos generales, es decir, un impuesto revolucionario que premiaba a estas entidades privadas por algo que presuponen que todos los ciudadanos realizamos.
A día de hoy, esa compensación, también declarada ilegal se verá reemplazada por un nuevo canon digital que puede acabar grabando algunos productos y soportes hasta en un 43% en su precio final.
La respuesta del Gobierno, aparte de aprobar esta compensación por medio de un Real Decreto-Ley y evitarse debates públicos (¿el Congreso y los políticos no estaban para eso?) es que ese coste extra lo van a acabar pagando los fabricantes.
Vamos, que el chino que fabrica móviles, impresoras, discos duros, tarjetas de memoria, etc.. va a recibir un correo electrónico (o una carta) diciéndole que todo lo que venda a España va a ser más caro y el va a recibir menos dinero.. suena a «muy creíble».
Pero lo mejor, no han sido las formas, de hecho, ya se han intentado salvar de futuras demandas, excluyendo a la administración pública de este nuevo canon digital.
El broche de oro se queda para la interpretación abierta de alguno de los puntos del nuevo canon digital, que podrían afectar incluso a las plataformas de streaming.
Es decir, en un futuro, podrían grabar con este nuevo canon digital e incrementar el precio de las suscripciones a plataformas como Spotify, Netflix, HBO, etc.. las que están consiguiendo que la gente deje de piratear y pague por consumir música, series, etc.. todo muy lógico con tal de llenar el bolsillo de unos pocos.
Y aquí está la lista de productos y su canon:
- Fotocopiadora multifuncional, 5,25 euros
- Fotocopiadora monofuncional, 4,25 euros
- Grabadora CD, 0,33 euros
- Grabadora DVD, 1,86 euros
- CD, 0,08 euros
- CD regrabable, 0,10 euros
- DVD, 021 euros
- DVD regrabable, 0,28 euros
- Memorias USB y tarjetas de memoria externas, 0,24 euros
- Discos duros multimedia externos, 6,45 euros
- Discos duros integrados, 5,45 euros
- Reproductores portátiles y tablets, 3,15 euros
- Smartphones, 1,10 euros
A simple vista, las cantidades parecen ridículas, pero subir el precio de un disco duro o una impresora entre 4 y 6 euros puede suponer un incremento de su precio final de hasta el 20-30%.
El caso más flagrante es el de las tarjetas de memoria y memorias USB, ¿por qué tengo que pagar a los autores por la tarjeta de mi cámara de fotos cuando todo el contenido es generado por mi mismo?
Y por último, y no menos gracioso, el caso de los teléfonos móviles.. 1.10 euros por los casi 15 millones de terminales que se vendieron el año pasado en España son muchos euros. De nuevo para almacenar imágenes o audios que no provienen de ningún autor al que compensar.