A finales de enero me diagnosticaron un carcinoma basocelular, uno de los cáncer de piel más comunes. Afortunadamente, me operaron el día 25 de febrero y desde entonces estoy en proceso de recuperación.
Está siendo una recuperación más larga de la esperada, por las dificultades en la cicatrización.
Este tipo de cáncer de piel es mucho más sencillo de tratar que el melanoma, aunque también está relacionado con la exposición de la piel a los rayos solares. Soy una persona que intenta evitar estar al sol (hace años que no piso la playa) pero parece que los factores genéticos también influyen en su formación.
De hecho, mi cáncer de piel, debió gestarse durante mi estancia en Londres. Recuerdo que me sangró la cabeza una vez y pensé que me habría dado un golpe.
Desde mi vuelta a España había estado acudiendo al dermatólogo para revisiones frecuentes, pero nunca se me había pasado por la cabeza comentarle esa supuesta herida que tenía en toda la coronilla.
En diciembre, mi mujer vio algo extraño y decidimos que me viera el dermatólogo lo más pronto posible. Así fue, como a finales de enero me cortaron parte de lo que tenía y lo analizaron.
La biopsia confirmó que era un carcinoma basocelular y debía pasar por quirófano para que limpiaran la zona.
De nuevo, la suerte se alió conmigo, afortunadamente, no se había extendido mucho y con cirugía podía eliminarse. Algunos cáncer de piel requieren de radioterapia, pero no ha sido el caso.
Hasta el día de la operación no quise comentárselo a nadie, más allá del trabajo, básicamente porque no sabía el tiempo que no estaría disponible para poder desempeñarlo.
Así evité comentarios y demás rumorología que suelen surgir cuando alguien comenta que tiene cáncer.
Aún así, ya me había curado en salud y me habían hecho una resonancia de la cabeza, donde se descartaba cualquier daño interno.
La operación fue algo rápido, con anestesia local y saliendo por mi propio pie en menos de una hora de intervención.
Los resultados de la biopsia posterior también han sido muy positivos, el cáncer ha desaparecido, aunque ahora mis probabilidades de que se repitan han aumentado.
Y por último, la recuperación, está siendo más larga de lo esperado. La no asimilación de uno de los puntos ha hecho que un mes después aún tenga que recibir curas cada día.
Tal vez, ese sea el aspecto más negativo. Llevo un mes sin poder hacer deporte, ya que no puedo sudar, y han vuelto los dolores de cuello.
Ahora, afrontó esta semana, de vacaciones, con ganas de acabar de recuperarme y poder recuperar un poco la normalidad, esa que nos quitó primero el coronavirus y ahora esta enfermedad.
Aún así, puedo considerarme afortunado, pues en menos de dos meses he podido superar este percance.