Hacía mucho tiempo que no escribía sobre la situación en España, la verdad es que se van a cumplir 2 años desde mi retorno y cada día que pasa pienso más y más que no fue la decisión más acertada.
Aunque podría hacer una lista de las cosas que no han mejorado, en el plano personal, desafortunadamente, la lista de cosas que han empeorado a nivel general sería aún mayor.
De todas maneras, una de las cosas que más me mosquea desde que he vuelto es el pago de impuestos, más concretamente el famoso IRPF que cada mes se descuenta de mi nómina.
La excusa de que al norte de los Pirineos frien a la gente a impuestos es una de las más utilizadas por la gente que defiende su españolidad alegando que como en España en ninguna otra parte del mundo. Lamentablemente eso no es del todo cierto, en Inglaterra no subían los impuestos de un año a otro o al menos no variaban las cantidades, cosa que en España sí que sucede.
Desde que he vuelto a España, de mi primera nómina a la última hay una considerable diferencia, a la baja, y eso que tuve una breve subida de sueldo el año pasado. Incluso este último mes he cobrado 6 euros menos por un ajuste del IRPF.
Lo dicho, al final, se hace imposible no pensar que todo el sistema español no vaya a saltar por los aires en algún momento, viendo como se abusa y aprovecha de la gente trabajadora que pagamos impuestos mes a mes, que pagamos seguridad social que no usamos debido a la bajada de calidad y saturación que sufre, que sostenemos unas pensiones que no vamos a disfrutar, etc..
Y lo peor de todo es que solo podemos resignarnos, pues ningún partido político plantea alternativas que supongan pagar menos impuestos o aprovechar mejor los recursos para que pueda ser algo planteable a corto plazo, al revés: unos sólo piensan en robar el dinero y otros en gastarlo en medidas populistas para contentar a determinados sectores sociales en busca de su apoyo.