Como siempre, los ingleses y su exageración, pensando que encontraría algo exageradamente salvaje o natural estuve visitando Land’s End, el final de la isla.
Mi mayor sorpresa fue llegar y encontrarme una especie de parque temático, lleno de atracciones para niños, cafeterias, restaurantes, tiendas, un hotel.. y sí, había acantilados.
En uno de esos acantilados, medio escondida, había una caseta con una voluntaria de una ONG para observar las aves marinas y allí estuvo orientándonos para poder ver unas cuantas gaviotas que anidaban entre las rocas.
La verdad es que esperaba otra cosa, pero es lo que hay, en este país saben como comercializar lo que sea. No me imagino un parking más grande que el propio faro en Finisterre.
Como curiosidad, según nos comentaron, en unas dos semanas la antorcha olímpica llegará a este punto de Cornwall e iniciará su ruta por el Reino Unido antes de llegar a Londres para los juegos este verano.
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