La última entrada de esta serie. Mi último viaje de ida y vuelta desde Londres a España (ya sea Cantabria o Valencia)
En esta ocasión, uno de esos fines de semana largos, si contamos que llegué un viernes, por la noche. Un fin de semana previo al verano en Cantabria significa optimismo y preparativos para la época estival.
La verdad es que desde el punto de vista personal y familiar han sido unos días muy intensos y no he tenido prácticamente tiempo de poder observar y preguntar sobre la situación general muy a fondo.
Además en esta ocasión, mi familia política estaba de celebración, una boda. En este caso, el primo de pareja, con el que tuve la oportunidad de convivir durante unos meses en que se aventuró a conocer Londres.
Había que sumarle a todas las celebraciones el hecho de conocer a mi sobrino, que nació a finales de marzo, como puede comprobarse, un fin de semana, bastante intenso y lleno de alegrías.
Y como no, lo más importante, para el final, poder reunirme con mi hijo y mi pareja después de tres semanas sin ellos, la verdad es que hay cosas para las cuales el tiempo pasa muy rápido o muy despacio.
Como ya he dicho, y aunque el tiempo no acompañó en exceso y eso siempre afecta un poco al ánimo de la gente, las perspectivas a corto plazo que se percibían eran bastante positivas.
Mirando más allá del comienzo del verano, se vislumbran unas elecciones generales que generan más incertidumbre y desidia que otra cosa y en las que si se pudiera elegir la famosa opción «Ninguna de las anteriores» de los exámenes tipo test seguramente saldría ganadora.
De todas maneras cualquier perspectiva de futuro negativa se veía eclipsada por nuestra vuelta a España.. al menos, la gente se alegra por ello, veremos que sabor de boca me queda dentro de unos meses, no por la situación personal, si no por la situación general.
Tal vez sea hora de reemplazar esta serie con una más acorde a la nueva situación: Crónicas de Españistán o algo por el estilo, el tiempo dictaminará.