Ojén

Ojén es uno de los pueblos que lindan con Marbella.

Es bastante curioso el cambio que hay de las poblaciones costeras de la Costa del Sol a las que quedan en el interior.

Como ocurre con Casares, Ojén es un pequeño pueblo de montaña, con casas blancas y empotrado entre las montañas.

En este caso, se encuentra en uno de los extremos de la Sierra Blanca, justo en la parte occidental del pico de La Concha.

Ojén contrasta con Marbella por su riqueza natural, básicamente es la reserva natural de la ciudad.

Por eso, además del senderismo es ideal para la práctica del ciclismo.

Y en bicicleta es como lo he visitado, ya que se encuentra a escasos 10 kilómetros de Marbella.

La carretera vieja de Ojén, aunque sinuosa permite subir hasta el pueblo de una manera más tranquila que la nueva al estar también menos transitada.

En todo el término municipal de Ojén abundan los miradores, refugios, ventas (sobretodo alrededor de la carretera) y parajes naturales.

Ya en el núcleo de Ojén destaca la iglesia Ntra. Sra. de la Encarnación, en pleno centro del pueblo.

El edificio, de origen árabe, destaca por ser un edificio de una sola planta al haber transformado la antigua mezquita.

Otros puntos visitables son las cuevas y los dos museos etnológicos: el Museo del Molino de Aceite y el Museo del Aguardiente.

El aguardiente de Ojén ha sido uno de los sellos de identidad de la población apareciendo citado en numerosas obras literarias y siendo recreado por Picasso en uno de sus bodegones.

La Historia de Ojén es bastante interesante pues fue un punto de levantamiento, tanto de los mozárabes contra los califas como de los moriscos contra los reyes cristianos.

Sin lugar a dudas, uno de los puntos que me quedo por probar fue su gastronomía.

La gastronomía de Ojén se caracteriza por la utilización de productos naturales de la zona.

Con estos productos se elaboran ricos platos como sopas, los chicharros con arroz o fideos, el pipeao de habas, el bolo de hinojos, el arroz con bacalao y el gazpacho de almendras.

Habrá que volver a subir, sin la bicicleta, para poder comer alguno de esos platos.

Ya por último, en Ojén se celebra cada verano el festival Ojeando.