Empezaba estas crónicas en 2020, después del año electoral de 2019, viendo como iba a explotar por todas partes la gestión por parte de la administración pública española.
Entonces, a 11 de marzo, había, pero no oficialmente, pandemia de coronavirus.
Ahora, ocho meses después estamos.. literalmente, en la mierda.
La administración pública no solo no ha sabido responder, se ha demostrado lo limitada que está y encima sus gestores no saben que hacer o a donde mirar.
El covid-19 ha mostrado todas las carencias: a nivel sanitario, a nivel funcional, a nivel estructural.. por supuesto.
Años de inversiones.. que han quedado en nada, porque nada está funcionando. Al final todo son parches de última hora en la administración digital.
¿Cuánto dinero gastaron ayuntamientos, comunidades y el propio estado creando y manteniendo páginas monolíticas que a día de hoy no sirven de nada?
El propio certificado digital que se supone la panacea para acceder a los servicios públicos ha tenido que ser actualizado este verano.
Cuando ha empezado a ser requerido por los ciudadanos se ha demostrado que su funcionamiento era cuanto menos, mejorable.
Aún así, muchas páginas públicas siguen dando errores que impiden su utilización, teléfonos que nunca se descuelgan, mensajes que nunca se contestan, etc..
Con todo, aquellos que tienen en su mano mejorar todo ésto, no van a aprovechar el dinero que Europa va a fiarnos y que pagaremos nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos.
Está por ver si realmente sirve para impulsar la economía que está cayendo hasta lo inimaginable.
Pero confiar, cuanto menos en estos políticos, sería muy optimista.
Y es que volvamos al presente, en como están gestionando esta pandemia.
Europa no quiere mirar a Asia y sigue matando moscas a cañonazos.
Medidas represivas que no se ven correspondidas con esfuerzos administrativos no hacen más que alargar y aumentar el mosqueo general.
La paciencia tiene un límite, que llegue antes que la vacuna o no, está por ver.
Mientras tanto, dispondremos de menos horas para salir a la calle con libertad, una palabra que ha acabado diluida en poco más de 8 meses.
Esta pandemia nos dejará también un recorte de derechos, derechos que nos han sido arrancados para nada, porque no se plasman en hechos concretos que mejoren la situación.
Todas las decisiones se están tomando tarde y mal, mirando al vecino, emulando aquello que parece funcionar pero sin adaptarlo a las situaciones.
Y en esas estamos, una semana más.
Nuevas restricciones en Andalucía: menos tiempo para que la gente se concentre más en bares y restaurantes; la fatídica franja de 6 a 7 am, donde por lo visto se transmite el covid-19 lo que no está escrito..
Y todo porque los hospitales, que nos los vendieron como la mejor sanidad del mundo, están saturados.
Es decir, de mejor sanidad del mundo, tiene poco.. ya eran una pista esos hospitales sin carretera de acceso o con ascensores donde no cabían las camas.
Porque la gestión de casos y focos es un desastre, porque la atención primaria está desbordada, porque la administración no responde.. como pasaba en marzo.