Como ya comenté hace unos días, durante este año 2017 he experimentado un cambio de vida que me ha acabado por llevar a cambiar mi propio estilo de vida, algo que ha ido cambiando y adaptándose a las distintas circunstancias que he ido viviendo.
En este caso, ha sido un cúmulo de circunstancias: una mudanza, una decepción, un empeoramiento de mi estado de salud, una depresión, una ruptura.. y finalmente, tras casi año y medio dejando que mi vida fluyera, hace dos meses decidí volver a tomar el mando de la misma.
Para ello, me planteé que debía volver a hacer aquellas cosas que siempre me habían gustado y una de ellas era practicar deporte. Lamentablemente desde que he tenido pareja más o menos estable, es decir, desde 2006, el deporte dejó de ser una prioridad.
Tal vez, en esos momentos no me interesaba tanto mantener mi salud física, como un estado emocional más estable y después de haber hecho deporte por casi 10 años, tenía la confianza de poder seguir viviendo de ese esfuerzo acumulado.
Desafortunadamente, eso no es del todo cierto y conforme vamos envejeciendo, además se acentúan más los problemas si no nos vamos cuidando. Eso me sucedió en marzo – abril de este año, tras una revisión y un análisis tenía el estado físico de una persona de 52 años.
En un primer momento no supe reaccionar adecuadamente y a los problemas físicos le siguieron problemas emocionales, así que todo fue a peor. Afortunadamente, el momento de plantarse llegó el pasado 9 de octubre.
En dos meses he mejorado tanto a nivel físico, emocional y de salud.
La primera decisión fue cambiar mi estilo de vida, hasta entonces demasiado sedentario, tal vez, herencia de mi vida en Londres. Eso me ha hecho disfrutar de otra manera del lugar donde vivo, que aunque sigue sin convencerme del todo, tiene ahora algunas ventajas.
Ese cambio incluye una alimentación mucho más sana y equilibrada, realmente la expresión “somos lo que comemos” es totalmente cierta. Poco a poco puedo empezar a hacer cosas que antes hacía y que deje de hacer mucho tiempo atrás (casi 10 años)
Mi consejo aquí, es acudir a profesionales, sé que hay gente que vive en una dieta continua y realmente no están ayudando en nada a su cuerpo. Se necesita un guía que nos oriente hacía un cambio de alimentación total.
Ahora mis comidas son en su totalidad cocinadas a la plancha, al horno, hervidas o al vapor. He descubierto las cremas de verduras sin patata, a cocinar con especias y limón (puedo asegurar que odio el limón)
Sobretodo, como ya he dicho, apoyarse en el consejo y servicios de profesionales: médicos, nutricionistas y entrenadores.
Y para culminar, los resultados, a estas alturas de la película he conseguido reducir mi peso en más de 10 kg. Aunque lo más importante es la concienciación y el cambio de hábitos. Realmente, tal y como me he planteado la progresión, en 2018 comenzarán los retos realmente serios ya que no quiero medir los objetivos en kilos perdidos y sí en hitos físicos.