Llegaba el momento de alejarse de Tokyo y empezar a recorrer Japón. Nagoya es la cuarta ciudad del país e iba ser la primera parada.
Nagoya es una ciudad muy tranquila, ordenada y moderna. No en vano fue reconstruida, prácticamente en su totalidad, tras la IIGM.
Destaca además por ser la sede de la multinacional Toyota, así que es el principal centro industrial del sector del automóvil en Japón.
Por lo demás, cuenta con dos o tres atracciones turísticas en su zona más céntrica y esas son las que pude visitar durante mi estancia de un día.
Sin lugar a dudas, la más simbólica es el Castillo de Nagoya, que tiene su origen en la época Tokugawa. Durante la IIGM el castillo fue quemado por completo debido al bombardeo aéreo del 14 de mayo de 1945.
Aunque la mayoría de objetos de valor desaparecieron, muchas pinturas sobrevivieron al incendio y han sido preservadas hasta el día de hoy.
La reconstrucción del castillo culminó en 1959. Los palacios adyacentes, como el Palacio Hommaru también han sido reconstruidos.
La avenida Hiyasa-odori se encuentra atravesando la zona gubernamental que hay junto al castillo.
Es una gran avenida con plazas y parques en su zona central donde además se encuentra la torre de televisión de Nagoya.
Además de la torre, algunas de las zonas más destacadas de esta avenida son el parque Hiyasa Odori, la zona de césped de Love Square o las plazas de Hikari y Edion Hiyasa.
Más alejado del centro se encuentra el santuario de Atsuta Jingu que tiene su origen en la ruta Tōkaidō que iba de Kyoto a Edo (la actual Tokyo)
Para culminar esta breve estancia en Nagoya estuve contemplando las vistas desde el edificio Sky Promenade que permite ver toda la ciudad desde su terraza.
Otro apunte sobre Nagoya es uno de sus platos gastronómicos más conocidos, las famosas alitas de pollo del restaurante Yamachan.
Siendo un amante de las alitas de pollo, no pude resistir la tentación de probarlas.
Además estuve visitando una cervecería, así que la visita a Nagoya resulto de lo más provechosa.