La última película de Studio Ghibli que he visto en Netflix ha sido Puedo escuchar el mar. Se trata de una producción del año 1993 con una serie de características que la hacen única.
Para empezar, es la única producción del estudio japonés que se realizó para la televisión. Además en ella no intervienen ninguno de los productores estrella del estudio.
Dirigida por Tomomi Mochizuki, era considerado uno de los jóvenes talentos del estudio, aunque llevaba dirigiendo anime para televisión desde el año 1982.
Aunque resulte extraño, no vamos a encontrar mensajes ecologistas o pacifistas en Puedo escuchar el mar.
Estamos ante una película que nos cuenta un romance entre adolescentes.
Puedo escuchar el mar se basa en la novela homónima de la escritora Saeko Himuro.
La historia de esta película se basa en los recuerdos que un joven universitario tiene sobre uno de sus años de instituto cuando se acerca la fecha de una reunión de antiguos alumnos.
Aquel año, una joven chica llegó desde la capital, Tokyo, después de que sus padres se separaran.
A todo el trauma de la separación se suma que tanto el protagonista, como su mejor amigo, se sienten atraídos por ella.
Está claro que Puedo escuchar el mar no es una de las mejores películas de Studio Ghibli pero sí que, como en otras de las producciones, tiene unos escenarios muy trabajados.
La animación es de una alta calidad y la música acompaña, sin ser algo destacable.
Aún así, el punto flojo de esta película es su ritmo, por momentos se producen saltos en los flashbacks y pueden ser confusos.
Afortunadamente, Puedo escuchar el mar es una película para televisión, así que dura poco más de una hora.
En todo caso, me ha gustado esta película de Studio Ghibli, es diferente, intima, como Recuerdos del ayer.
El punto positivo de ese tipo de películas es que te permite conocer un poco más la forma de ser y pensar de la sociedad japonesa.
Puedo escuchar el mar puede verse en Netflix ya que en formato DVD es bastante complicada de encontrar.