Desde el pasado cambio de Gobierno (o desgobierno) no había vuelto a escribir mi opinión sobre como nos va por España. La verdad es sin opciones de una nueva migración, la situación no es nada favorable.
Para colmo de las cosas, desde el pasado verano, la situación social se ha ido polarizando más y más. Ésto, además de ser algo muy español, lleva a un colapso. Para ser claros, mientras se polarizan las opiniones, no se discuten y encuentran soluciones para los verdaderos problemas.
Ya el año pasado, la situación catalana ocupó parte de las discusiones políticas, sigue sin solución debido al extremismo de las soluciones propuestas. Para colmo, el populismo más conservador y arcaico tiene voz de nuevo.
Quiero imaginar que es para balancear la desilusión y hundimiento del populismo social surgido de las calles tras el 15-m. Entre medias, los partidos de siempre, algún infiltrado que gira más que una veleta y el juicio de las urnas.
Urnas, que van a dictaminar el futuro político de muchas cosas y durante un período que se sugiere convulso. Aparentemente y según todos los analistas, estamos ante una nueva crisis.
Realmente, el tema de la crisis es algo que lleva dos o tres años en boca de todos. Las economías europeas se vieron afectadas por el anuncio del brexit y no han conseguido recuperar el ritmo de crecimiento anterior.
El punto negativo es que debido a la polarización, ningún partido político está haciendo propuestas reales que puedan preparar la economía española a otra crisis. No hay que olvidar, las crisis son cíclicas y la siguiente llegará tarde o temprano.
Con todo ello, nos esperan unas semanas de discusiones, acusaciones y sobretodo, la especialidad de la casa, el y tú más. Veremos que sale de todo ésto, sinceramente, no tengo depositadas demasiadas ilusiones en una mejora.
La respuesta a todo ésto, el próximo día 28, mientras tanto me preparo para vivir mi primer Domingo de Ramos a la manera andaluza. Hay que coger algo bueno de toda la casposidad española y disfrutar de ella.