El castillo ambulante es una película de Studio Ghibli que adapta la obra homónima de la escritora británica Diana Wynne Jones.
Se trata de la octava película dirigida por Hayao Miyazaki, también de temática fantástica como las dos anteriores: La princesa Mononoke y El viaje de Chihiro.
En este caso volvemos a un mundo steampunk con presencia de la magía. Recuperaremos sensaciones de Nausicaä del Valle del Viento o El Castillo en el Cielo.
Y es que aunque los aspectos técnicos se repitan, la calidad del estudio japonés, siempre ha estado por encima de lo normal.
La historia adapta el libro de manera libre, aunque son famosas las conversaciones que la autora mantuvo con Miyazaki sobre los muchos aspectos que trata.
Estos incluyen el destino, la juventud, el valor y el amor. A los que Miyazaki añadió un mensaje antibélico, justo un año después de producirse la invasión de Irak por parte de una alianza internacional.
En todo caso, encontramos a dos personajes opuestos que nos mostraran diferentes visiones del destino, el valor.. y que finalmente acaban uniéndose por el amor que sienten.
Otro punto importante de la película es la confrontación entre juventud y vejez. Y aunque resulte extraño, acaba venciendo esta última, mostrándose como una posición de respeto y madurez.
Miyazaki también aprovecha para demostrar de nuevo su amor por el vuelo, que ya había reflejado en Porco Rosso. Las escenas áreas están muy presentes a lo largo de la película.
Aunque suelo desvelar parte del argumento de las películas en estas entradas, honestamente, El castillo ambulante es una película que merece ser vista sin saber nada y sorprenderse en cada minuto.
Opino que estamos ante una de las grandes películas de Miyazaki, donde mezcla sus pasiones, temas que empezaban a rondarle al cabeza debido a su edad y un fuerte mensaje pacifista.
El castillo ambulante puede verse a través de Netflix ya que forma parte de todo el lote de películas de Studio Ghibli.